martes, 1 de noviembre de 2016

El país de la gran mentira.

Erase un país construido cínicamente sobre la mentira. Todos eran reos y esclavos de ella. Su monarca era un sátrapa mujeriego y borracho, que se había laureado como “defensor de la democracia” cuando había sido el instigador de una balacera decimonónica, un golpe de estado de bigotes y tricornios.
Sus políticos y partidos eran asociaciones de malhechores que se repartían el botín, a medias, con banqueros y obispos. No se sabe si más corruptos que mentirosos, o viceversa.
Su jerarquía religiosa era una borrosa camada de ladrones, iluminados y pederastas, que habían instigado media docena de guerras civiles por un quítame allá ese catecismo, que no pagaban un céntimo de impuestos y diezmaban sin pudor a las arcas públicas en nombre de la paz y el amor de Cristo.
Su justicia era una entelequia reaccionaria, desnuda de moral, mentirosa y perversa. Protectora y defensora de los poderosos, inclinada al soborno y a los ojos ciegos de lo injusto.
Su ejército, fuerzas armadas y del orden estaban al servicio de quienes les pagaban, desnudando a menudo los huesos mondos y lirondos del pueblo oprimido y estafado.
Sus instituciones, parlamentos, ayuntamientos y medios informativos eran la pura encarnación de la mentira, diaria, mendaz y fundamental. Una substantiva esclavitud a la vileza ambiente.
Sus empresas y empresarios eran chiringuitos especuladores y evasores de impuestos, sus 35 más importantes empresas eras oficinas móviles de paraísos fiscales, su sector inmobiliario eran los restos putrefactos de una burbuja pinchada, sus cajas de ahorros y “bancos amigos” eran chapuceros estafadores de ancianos e impedidos, sus sectores energéticos eran clanes de estafadores de los consumidores cautivos, sus ex presidentes eran carcamales roñosos, jubilados en la mentira.
El tacto, la cohabitación con la mentira había podrido todo. Todo era presuntamente falso, real y coronadamente, falso y mentiroso.
Sus héroes, sus nobles hombres subidos a los altares, sus cantadas virtudes y gestas, su historia bruñida, era pura y simplemente mentira.
Presumían de “patria” y de “nación” y había, al menos, cuatro. Unos palurdos ganaderos de ovejas, le habían dado, a garrotazos, su mentirosa unidad. Si se escarbaba superficialmente en su historia, salían sus reyes felones, sus dictadores beatos e invertidos, sus ministros de bragueta, sacristía o incensario, sus reinas con furor uterino y sus infantas ladronas.
Imposible encontrar mayor falsedad, toda junta, reunida y con el nombre de “patria”
Aquel desgraciado país debía casi tanto como producía en un año, los ricos robaban y mentían, mentían y robaban, el gobierno de lacayos mentía y legislaba, recortaba, expoliaba, ocultaba y protegía a los mentirosos y ladrones.
Un profeta había cantado desde un pueblo del Sur
“De tanto beber mi sangre
vas a dar un reventón
a ver si se cumple el dicho
que te riegue el corazón”
Y un día, cuando casi nadie lo esperaba, el país reventó en mil pedazos.
El pedazo más grande lo encontraron en Suiza. En la cuenta cifrada de un banco.

miércoles, 13 de abril de 2016

Marc Gómez Pedrosa.
 Después de haber visitado el gimnasio y hablado con el Maestro Eduardo Ruiz De Castañeda, salí de allí con una sensación muy buena, sintiéndome  muy motivado, sentí en ese momento que era mi chance de hacer una cosa extremadamente bien, en mi primer día de clase hizo la presentación del evento, presentarme como nuevo alumno y compañero,  a continuación, el maestro  me puso a su lado, pasando seguidamente a saludar a todos y cada uno de los compañeros, mi emoción  rebosaba de contenido,  clase tras clase y  debido a su talento y experiencia fue más que impresionante seguir entrenando bajo su dirección, entrenar es esencialmente un acto de fe. El alumno/a debe creer en su eficacia, debe estar convencido que entrenando se tornará más fuerte y más rápido, que mediante la repetición sistemática de ciertos movimientos se hará más eficiente y sus músculos soportarán el esfuerzo, más relajados, debe ser un fanático del trabajo duro y suficientemente dedicado como para disfrutar de eso, a fortalecer mis  habilidades técnicas, templar mi espíritu y enderezarme  moralmente hasta día de hoy,  nos inculcó que hay que sembrar por los que no siembran, ya que los profesores tienen que sembrar el deseo de aprender y aguardar esperanzados los frutos de los que seremos testigos presenciales, que las huellas que se puede dejar son para toda la vida, porque aquellos valores en los que creemos, y que defendemos e inculcamos son para siempre, aún después de muchos años solo tenemos que cerrar los ojos para recordar todos esos momentos tan especiales que han afectado nuestra vida de una manera profunda, hay hombres que luchan un día y son buenos, hay otros que luchan un año y son mejores, hay quienes luchan muchos años y son muy buenos, pero hay los que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles, eso aprendí de él.
 Por su trayectoria, semblante, por tantos años dedicados a la enseñañanza y a la formación de muchas personas en el mundo del Karate, este más que justo  homenaje llevado a cabo y con el mayor sigilo, una idea que a todos nos rondaba por la cabeza desde hacía mucho tiempo, es una recompensa necesaria para testimoniar nuestro reconocimiento a una persona que ha dedicado toda su vida al karate y a sus alumnos/as.
 Somos afortunados porque hemos disfrutado de su enseñanza y esperamos que sea por mucho tiempo.
  En esta oportunidad quiero reconocer  a Eduardo, como una de las pocas personas  que he tenido el honor de conocer, a quien deseo expresarle mi agradecimiento por que primero fue mi maestro, luego un excelente colega y hoy, un amigo.
Mi gratitud por la enseñanza recibida Maestro.
Atentamente.
Mark.